Wittgenstein, la palabra y el abismo

Juan Arnau Navarro | Babelia

La vida tiene momentos decisivos, esos que ninguna enfermedad puede borrar. Todos sabemos cuáles son los nuestros. En el caso de Wittgenstein, hubo al menos dos. El primero se produce en Viena, poco antes de viajar a Cambridge. Asiste a una obra de teatro. Uno de los personajes, que vive al margen de lo establecido, hereje y filósofo de aldea, cuenta de dónde extrae su calma interior. Tras una enfermedad en la que estuvo solo y abandonado, escuchó una voz interior que le decía: “Formas parte del todo y el todo forma parte de ti. No puede ocurrirte nada”. Estas palabras fueron para Wittgenstein como una revelación. Le produjeron la impresión de que había en él algo independiente de las circunstancias, algo indestructible, fuera del tiempo. Ese algo no era una deducción lógica o intelectual, sino una convicción no lingüística, fundamental, que le llevaría a buscar una y otra vez los límites del lenguaje.

Este texto forma parte de un artículo de Juan Arnau Navarro publicado por Babelia.

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