Andrea Riccardi


La Comunidad de San Egidio, nacida en Roma en 1968, y hoy presente en más de 60 países, es un movimiento de laicos comprometidos en el anuncio del Evangelio y en la caridad con los más desfavorecidos. En su nacimiento influyeron el ambiente estudiantil ansioso de autenticidad y la primavera eclesial del post-concilio.
En este contexto, un joven estudiante de 18 años, Andrea Riccardi, junto a un pequeño grupo de amigos, se interpelaron sobre cómo vivir el Evangelio en el mundo de hoy, abiertos al mundo lejano y a los pobres cercanos.
En la actualidad, la Comunidad de San Egidio está reconocida como Asociación Internacional Pública de Laicos, y está formado por más de 40.000 personas, laicos en su inmensa mayoría, reunidas en pequeñas comunidades y que comparten un camino común que tiene como eje la escucha del Evangelio, la oración comunitaria, y la cercanía a los pobres. Así, en todas las Comunidades de San Egidio, desde Roma hasta Kinshasa, desde Madrid hasta San Salvador, la oración al final de la tarde es el momento de encuentro con el Señor, de orientación y reposo del corazón, tras haber compartido la amistad con los pobres de la ciudad en los diferentes servicios de la comunidad: escuelas para niños, comedores para transeúntes, casas de acogida, etc…

Una ventana abierta al mundo

Desde aquel 1968 hasta la actualidad, nuestra sociedad ha cambiado, y también los pobres que encontramos: si al principio los niños que vivían en chabolas y no iban al colegio eran el centro de nuestro servicio, hoy los inmigrantes, los ancianos o los enfermos de SIDA, son el nuevo desafío de la pobreza que vive nuestra vieja Europa. Este cambio no se refiere tan sólo a las ciudades del Norte, sino también al gran Sur del mundo afligido por las guerras, por las hambrunas, por la enfermedad y, sobre todo, por la indiferencia. Las profundas transformaciones que están teniendo lugar han cambiado también el modo de vivir de esta comunidad que quiere ser una ventana abierta al mundo con los ojos de Jesús. Por esto, San Egidio está comprometida en la comunicación del Evangelio de paz, en el anuncio de un Evangelio para todos, que traiga la reconciliación a un mundo amenazado por las divisiones y la guerra.
El contacto con la pobreza más alejada de nuestras ciudades europeas empezó en 1976 con la cercanía a la realidad de Mozambique, un país castigado por la guerra de independencia y posteriormente por la guerra civil. Tras diversos contactos con la guerrilla y el gobierno, San Egidio acogió la petición de ser mediadora en este conflicto, de ayudarles a dialogar, a poner freno a una guerra que había causado un millón de muertos. Fueron dos años y medio de negociaciones y de oración para retirar las montañas de odio y violencia del corazón de aquellos hombres. Finalmente, el 4 de octubre de 1992, fiesta de S. Francisco de Asís, se firmó el acuerdo de paz. Este año se cumplen diez de aquella firma que ha resucitado a este país a una nueva vida. Desde aquel momento, San Egidio es conocido en todo el mundo como una casa de paz, como una casa con las puertas abiertas para el diálogo.
No sólo Mozambique, también Burundi, Argelia, Guatemala, Kosovo, Líbano, Congo, y otros países han mirado a esta comunidad de laicos con la esperanza de quien busca algo que no pueden dar las potencias ni la economía: con la esperanza de quien busca una paz verdadera que desarme los corazones de los hombres.

Un arca de esperanza

La presencia de numerosas comunidades de San Egidio en muchos países de África confirma nuestra convicción de que nunca se es tan pobre como para no poder ayudar a otros, es decir, que el Evangelio es una buena noticia que nos abre a los demás en cualquier situación. Las comunidades de San Egidio africanas, a pesar de vivir en medio de situaciones difíciles de guerra, pobreza o enfermedad, representan un arca de esperanza para sus países porque sueñan con un futuro diferente para esa África olvidada por todos. Hoy San Egidio está especialmente comprometida en la batalla contra el SIDA en África a través de un ambicioso proyecto de tratamiento de la enfermedad con la terapia retroviral en Mozambique. Las madres embarazadas y los niños son actualmente el objetivo prioritario de este proyecto que pretende devolver la esperanza y la vida a los hijos de este continente tan castigado.
Cada vez más, nuestras sociedades son una realidad multicultural: la inmigración se ha convertido en un desafío para la cohabitación de personas de lengua, cultura y religión diferente, especialmente en las ciudades del Norte rico del mundo. El papel de las religiones como fuente de paz se puso de manifiesto de forma extraordinaria en el histórico encuentro de Asís en 1986, donde Juan Pablo II invitó los a principales líderes religiosos a rezar juntos por la paz. Desde aquella fecha, San Egidio se ha comprometido en hacer crecer este “espíritu de Asís”, reuniendo cada año a representantes de las diferentes religiones mundiales y de las distintas confesiones cristianas, así como a numerosos exponentes del mundo de la política y la cultura, para interrogarse sobre su responsabilidad en la paz. Este año, el encuentro ha tenido lugar en Palermo y, bajo el lema: “Religiones y Culturas entre conflicto y diálogo”, ha constituido una respuesta profunda de paz ante la tensa situación mundial creada tras la tragedia del 11-S, donde nuevos vientos de guerra y un pesimismo generalizado amenazan a la humanidad con ahogar las débiles esperanzas de paz.

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