María Zambrano


Pensadora, ensayista y poeta. Nacida en Vélez, Málaga, en 1904. Hija del pensador y pedagogo Blas José Zambrano, hizo sus primeros estudios en Segovia. En Madrid estudió Filosofía y Letras con Ortega y Gasset, García Morente, Besteiro y Zubiri. Vivió muy de cerca los acontecimientos políticos de aquellos años, de cuya vivencia fue fruto su primer libro «Horizonte del liberalismo» en 1930. Entabló amistad con importantes poetas y pensadores de la época como Luis Cernuda, Jorge Guillén, Emilio Prados y Miguel Hernández, entre otros.

En cuanto a su religiosidad, María hizo su primera comunión con todo fervor y desde los primeros años de colegio los profesores de religión y algunos curas la tomaron por una especie de “santita”. El territorio de lo santo, entre Dios y los hombres, le atraía sobremanera. Ella quiso ser una especie de criada dedicada al servicio de los más necesitados. Un sacerdote asturiano vio en ella un ser tan puro y superior al resto de los colegiales, que decidió separarla en clase de los demás para evitar que se contagiara. Pronto empezó a enseñar a las niñas pequeñas el Catecismo de la doctrina cristiana del padre Ripalda, y después un cura nuevo le pidió que impartiera la Historia Sagrada. MZ comentaba que aquellas clases se las preparaba mejor que las de Metafísica de la Universidad. También había entrado en el coro de las Hijas de María y cuando ensayaban o cantaban en la iglesia sentía una gran felicidad. Su mayor devoción religiosa en aquellos años, según interpretaba ella en la vejez, no se dirigía tanto a Dios Padre o hacia el Crucificado, demasiado imponentes para su sensibilidad, como hacia la “siempre dulce Virgen María”.

Su “única moral” que al cabo de los años reconocerá sobre todo en el Islam, era la Hospitalidad. A partir de la fe de su padre que creía con toda su alma en el Sermón de la Montaña, hizo suya la religión de las bienaventuranzas. Tenía compasión por las niñas poco afortunadas, desprovistas de inteligencia. Daba los zapatos a quien veía que no los tenía y el dinero que llevaba para el transporte, se volvía descalza su casa. En Segovia había una niña con la que nadie quería jugar, porque sabían que era “hebrea practicante”. Las habladurías habían hecho pensar a las niñas que era pecado tratar con ella. A María no le importaba lo que dijeran a pesar de que le habían advertido que esa amistad podría ocasionarle problemas incluso en ocasiones le había invitado a merendar en su casa.

Finalizada la Guerra Civil, salió de España en enero de 1939, dejando atrás todo lo suyo, exiliándose inicialmente en Paris donde entabló amistad con Albert Camus y con René Char. Posteriormente vivió en México, La Habana y Roma, desarrollando una gran intensidad literaria y escribiendo algunas de sus obras más importantes: «Los sueños y el tiempo», «Persona y democracia», «El hombre y lo divino» y «Pensamiento y Poesía» entre otros. Después de 45 años de exilio regresó por fin a Madrid en 1984.

En 1988 le fue reconocida su obra con el Premio Príncipe de Asturias y el Premio Cervantes. Falleció en Madrid en 1991.

Cfr. MARSET, Juan Carlos; Maria Zambrano. Los años de formación, Fundación José Manuel Lara.

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