Ser espiritual es eso: poder enfrentarse al propio silencio

«... creo que educar debe consistir en mostrar la complejidad del ser humano y sus distintas dimensiones para cultivarlas. Por ejemplo, la sensibilidad estética, el cultivo de la música, la capacidad de razonar o de orar son muy abandonadas por la educación habitual. Muchas personas desconocen lo que hay dentro de su ser y la riqueza inherente que hay en su persona. Educar tiene que ver con eso: enseñar todo el enigma que hay dentro de un joven para que lo desarrolle al máximo de sus posibilidades.
(...) 
En mi esquema mental, lo espiritual es inherente a todo ser humano; en cambio, no lo es la religiosidad y mucho menos la confesionalidad. Hay muchas personas que no tienen una relación directa con Dios y, sin embargo, hay en ellas una dimensión espiritual.
(...) 
Cuando uno ahonda en lo espiritual, se convierte en un ser mucho más profundo y eso desactiva ciertas prácticas. Vivimos en un mundo de estímulo-respuesta: nos estimulan a consumir con determinadas imágenes y mensajes y nosotros respondemos consumiendo; sin embargo, una persona espiritual detiene ese estímulo y se lo piensa. Este, creo, es el fundamento de la libertad. De ahí que la pérdida de la dimensión espiritual tenga como consecuencia una pérdida de libertad, de autodeterminación y de autonomía personal. Tendemos a vivir muy inercialmente, a repetir lo que hacen los demás, nos da mucho miedo el camino solitario y eso conlleva muchas veces la muerte de la dimensión espiritual.
(...) 
Ser espiritual es eso: poder enfrentarse al propio silencio, a la soledad, y preguntarse qué quiero hacer con mi vida, para qué estoy hecho, cómo voy a dar sentido al tiempo que se me ha dado.
(...)
El silencio no es la ausencia de lenguaje, sino otro tipo de lenguaje. Lo que los demás ignoran y ni siquiera imaginan en el silencio aflora. El silencio es un ácido cáustico que revela nuestras carencias y debilidades, por eso no lo aguantamos, aunque la persona trabajada en lo espiritual lo busca y convive con él. El silencio es una escuela, un aprendizaje: uno tiene que aprender a tolerarlo, a amarlo.»


Extracto de una entrevista realizada por Rubén Villalba y publicada por Magisterio

Símbolos y mitos, cartografía del ser humano


El ser humano se explica a sí mismo a través del símbolo y del mito. Todas las culturas se abastecen de relatos simbólicos para expresar su visión del mundo, la existencia, el destino... Así, conocer e interpretar los relatos de la propia cultura y de las otras es una forma de acceder a la diversidad y profundidad de experiencias y reflexiones sobre la condición humana. También es una forma de entendernos a nosotros mismos. 

Este curso virtual del ISCREB quiere aportar las herramientas necesarias para sumergirnos en esta «cartografía del ser humano» que son los símbolos y los mitos.


Foto: Cúpula del templo jesuítico de San Nicolás «sv. Mikuláše» en Praga.

El agua es mi gran gurú

Satish Kumar

«El peregrino no espera nada, acepta la vida tal como viene y celebra lo que venga. No teme a las dificultades, le hacen más fuerte. 

(¿Por qué abandonó el monasterio?) Porque la espiritualidad debe estar en el mundo, en la política, en la familia, en la economía, en la agricultura.

El Cosmos es mi país, la Tierra es mi casa, mi nacionalidad es la naturaleza, y el amor, mi religión. Todos somos interdependientes y, por lo tanto, todo nuestro sufrimiento es mutuo, no hay separación. La unidad y la diversidad bailan juntas.

Caminar es una forma de conectar con uno mismo, y con el cielo, la tierra, la lluvia, las estrellas y los otros, esa es nuestra identidad: seres humanos en conexión con todo.»

«La naturaleza en nuestra madre y nuestra maestra, De hecho el agua es mi gran gurú. Sacia la sed de todos, no importa si eres un rey o un mendigo, un santo o un pecador. El agua no discrimina: animales, humanos, árboles... Si podemos ser como el agua, amables con todos, entonces somos verdaderamente seres.

Hoy la educación es parte del problema y debería ser parte de la solución. Todos los problemas que enfrentamos hoy han sido creados por personas con altas cualificaciones, desde la guerra de Ucrania o la desigualdad hasta el cambio climático.»


Extracto de una entrevista realizada por Ima Sanchís y publicada por La Vanguardia. Foto: Marcos Soria (30/12/2022)

Navidad 2022



En esta escena invernal pintada en 1566, el artista Pieter Brueghel el Viejo nos propone que busquemos a María y a José entre el bullicio de un pueblo de los Países Bajos de su tiempo, que viene a representar Belén de Judea.

Por la imagen de la pintura © Musées royaux des Beaux-Arts de Belgique · Koninklijke Musea voor Schone Kunsten van België

Identidad y amistad. Palabras para un mundo posible

Emilio Lledó

«La bondad tiene que ver con lo que se es, con lo que se puede llegar a ser. Pero, así como la verdad se hace presente como camino que hay que recorrer con la experiencia de las cosas, con el mundo, con la mente y la racionalidad, la bondad se nos manifiesta como un camino interior, como un ser que somos, como un proceso también de racionalidad, de coherencia, pero, sobre todo, de sensibilidad, de sentimiento.

En el fondo de cada ser individual existe un principio, una ética de la singularidad que alumbra ese territorio del Bien, del no dañar, del no dañarse. Esto implica una forma de alegría, un gozo peculiar, un estar del ser, que se acoge y afirma ante el horizonte de lo bueno. En ese sentido, bueno es lo que no daña.»

Estas citas pertenecen al libro Identidad y amistad. Palabras para un mundo posible del filósofo y académico Emilio Lledó; las recogemos de la reseña que Emma Rodríguez publica en Lecturas Sumergidas.

Debemos recuperar el sentido del asombro

Karen Armstrong

«Siéntate diez minutos en un parque, mira y escucha, siente la fuerza del viento, reconecta. La naturaleza tiene que ser parte de nosotros, un bendito estado de ánimo. Debemos recuperar el sentido del asombro, ver la magia que hay tras cada hoja, hormiga o árbol.

En el pasado todas las religiones veían lo divino en la naturaleza, que era un todo animado. Dios, o como quiera que se defina lo sublime, estaba presente en cada ser vivo. En las religiones antiguas la naturaleza era considerada sagrada y éramos conscientes de que dependíamos de lo sagrado para vivir. Dios no se hallaba recluido en un cielo sobrenatural, sino que estaba presente en todo y en todas partes.

Solo si los seres humanos nos sentimos unidos profundamente con la tierra y el cielo, solo si tratamos a los miles de seres con los que compartimos el planeta como desearíamos ser tratados, realizaremos plenamente nuestra condición humana. Porque nuestra existencia depende de esa miríada de acontecimientos naturales y seres; así que honrándolos, protegiéndolos y sirviéndoles contribuiremos a la reconstrucción del mundo.

Es necesaria una transformación intelectual y espiritual para cambiar el curso de las cosas y reparar el daño. Los grandes sabios, místicos y profetas han venerado la naturaleza. Nos toca ahora a nosotros recuperar ese saber, el vínculo que nos une con el mundo natural. No solo debemos cambiar nuestras acciones sino nuestra manera de ver la naturaleza. Aprender a alinearnos emocionalmente con ella.»


Extracto de una entrevista realizada por Ima Sanchís y publicada por La Vanguardia (17/09/2022)

Somos seres espirituales con una experiencia humana

Dra. Pilar Muñoz-Calero

«No tenemos tiempo de contemplar la naturaleza con entrega y sin análisis y descifrar el misterio ahí codificado. Descubrí la belleza y a mí misma. Así cambié la suicida lógica del mundo por la lógica de la vida. La vida es: es esencia, presencia, verdad, y tiene que ver con la naturaleza; mientras que el mundo está lleno de vanidad humana, de egoísmo, de todo lo que hemos generado que nada tiene que ver con las leyes de la vida.

Vivía perdida, era mi personaje; y en compañía de la vida y sus ritmos: la naturaleza, los insectos, los astros, empecé a conocerme y a encontrar ese estado natural del ser humano. Somos seres espirituales con una experiencia humana y no humanos con una espiritualidad. Cuando conecté con esa parte nuestra, empecé a estar conmigo misma en la vida, descubrí un estado maravilloso, una energía muy sutil, lejos de esa cantidad de distracciones que nos anulan.

Tememos a la muerte porque no hemos vivido, hemos mundeado, pero vivir con todas nuestras capacidades y afinando los 15 sentidos es otra cosa, una sensación de alegría. Lo primero es eliminar los tóxicos de tu vida porque impiden esa conexión espiritual, es como querer ver el sol y no levantar la persiana. Cuando eliminé todos esos contaminantes empecé a tener mayor lucidez, a recuperar los estados verdaderos del ser humano.

Estamos tan desafinados que aunque queramos conectar, por mucha meditación que hagamos, los tóxicos interfieren en nuestra capacidad espiritual. Somos energía, de eso no hay duda, y el espíritu es la energía más sutil y nos dota de intuición, inspiración, imaginación e instinto. Eso es lo que yo desarrollé cuando dejé de mundear y me fui a la vida, capacidades tan necesarias y válidas como la razón y el análisis. 

Abra una granada, está llena de semillas, árboles potenciales que a su vez darán multitud de granadas. Pero hay hambre en el mundo. La vida es millonaria, el mundo es escaso. Y si no afinas el sentido de la relación, se atrofia: nuestros vínculos con los otros, y también con las galaxias, las estrellas. En las ciudades no vemos una estrella, y eso nos está empobreciendo y provocando muchísima tristeza, porque la verdad de la vida está ahí.»


Extracto de una entrevista realizada por Ima Sanchís y publicada por La Vanguardia. Foto: Dani Duch (30/06/2022)

Deconstruir a Jesús

Pablo D’Ors en la ponencia marco del I Encuentro Iberoamericano de Profesores de Religión organizado por Siena Educación:

«Jesús fue un ciudadano letrado, un hombre culto, no fue un artesano analfabeto... El Jesús histórico no fue sacerdote, sino que mantuvo distancia con los rituales de su tiempo, tampoco era profeta. Jesús era más bien un maestro, hablaba en el lenguaje de los relatos... Cristo es el paradigma del autoconocimiento de Occidente. Nadie en la historia de la humanidad ha tenido capacidad de decir yo como lo ha dicho Jesús de Nazaret: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida... 

El Reino de Dios no tiene que ver nada que ver con un logro sociopolítico, sino con una nueva manera de ser y de estar en el mundo, una consciencia unitaria y unitiva de la que Jesús habla constantemente en sus palabras.»

Extracto de un artículo de José Bertrán en Vida Nueva Digital.

A Ukrainian Prayer, John Rutter

El compositor John Rutter ha creado esta bella oración para Ucrania, inspirado en la música litúrgica de la Iglesia Ortodoxa.

Боже, Україну xрани. Дай нам силу, вірі, й надії. Отче наш. Амінь
God, save Ukraine. Give us strength, faith, and hope. Our Father. Amen



#StandWithUkraine

Mientras el ruido de las armas no enmudece, que tu oración nos disponga a la paz

«Nosotros hemos perdido la senda de la paz. Hemos olvidado la lección de las tragedias del siglo pasado, el sacrificio de millones de caídos en las guerras mundiales. Hemos desatendido los compromisos asumidos como Comunidad de Naciones y estamos traicionando los sueños de paz de los pueblos y las esperanzas de los jóvenes. Nos hemos enfermado de avidez, nos hemos encerrado en intereses nacionalistas, nos hemos dejado endurecer por la indiferencia y paralizar por el egoísmo. Hemos preferido ignorar a Dios, convivir con nuestras falsedades, alimentar la agresividad, suprimir vidas y acumular armas, olvidándonos de que somos custodios de nuestro prójimo y de nuestra casa común. Hemos destrozado con la guerra el jardín de la tierra, hemos herido con el pecado el corazón de nuestro Padre, que nos quiere hermanos y hermanas. Nos hemos vuelto indiferentes a todos y a todo, menos a nosotros mismos. Y con vergüenza decimos: perdónanos, Señor.»*

«Que tu llanto, oh Madre, conmueva nuestros corazones endurecidos. Que las lágrimas que has derramado por nosotros hagan florecer este valle que nuestro odio ha secado. Y mientras el ruido de las armas no enmudece, que tu oración nos disponga a la paz. Que tus manos maternas acaricien a los que sufren y huyen bajo el peso de las bombas. Que tu abrazo materno consuele a los que se ven obligados a dejar sus hogares y su país. Que tu Corazón afligido nos mueva a la compasión, nos impulse a abrir puertas y a hacernos cargo de la humanidad herida y descartada.»*

«Nosotros solos no logramos resolver las contradicciones de la historia, y ni siquiera las de nuestro corazón. Necesitamos la fuerza sabia y apacible de Dios, que es el Espíritu Santo. Necesitamos el Espíritu de amor que disuelve el odio, apaga el rencor, extingue la avidez y nos despierta de la indiferencia.»º


*Oración del Papa Francisco en la ºcelebración de la Penitencia, en la Basílica de San Pedro del Vaticano (25.03.2022). 
La noticia en El País.

Un monje contemplativo comprometido con la paz

Pilar Concejo

Desde el silencio y la soledad del monasterio, desde su oración contemplativa, y su gran capacidad para escribir, Thomas Merton se convierte en la voz profética que denuncia la injusticia, los falsos dioses: el dinero, el poder, la mentira, la violencia… y clama por la paz en un mundo amenazado por la guerra fría y la guerra nuclear. En el silencio de su celda le asalta la pregunta que Dios hizo a Caín, ¿Dónde está tu hermano? ¿Cómo puedo ser un hombre de paz? ¿Qué es la paz? ¿Qué es la justicia? Busca respuestas a la II Guerra Mundial y observa el mundo en que vive con la mirada crítica del Evangelio.

No se desentendió de los problemas de su tiempo, lo que le ocasionó más de un conflicto con sus superiores, que se preguntaban qué pintaba un monje hablando del peligro nuclear. Intentó comprender lo que sucedía a su alrededor y abrir los ojos a sus contemporáneos. “Estoy de parte de la gente que está harta de la guerra y quiere paz para levantar su país… La tragedia del hombre moderno es que su creatividad, su espiritualidad y su capacidad contemplativa están sofocados por un súper ego que se ha vendido a la tecnología”.


Extracto de un artículo publicado por la Revista Crítica (30/03/2020)

Navidad 2021


El nacimiento de Jesús de Nazaret en una ilustración del misal elaborado por el scriptorium de la Catedral de Salisbury (c.1240–60) en memoria de Henry of Chichester. John Rylands Research Institute and Library

Amar es el principal infinitivo de la vida

... Y no hay nada más radical que este verbo.»
                                       Josep Maria Esquirol

«Vivir no es fácil. Por eso la droga forma parte de la historia de la humanidad. Pero la evasión continua no es buena. Hay que tener la fuerza y la confianza suficientes para hacer frente a la dificultad de la vida y a las “dificultades”. Creo que la filosofía -el pensar- debe contribuir a esa confianza. De ahí que se hable del sentido. Y me parece que, paradójicamente, obtenemos cierto sentido cerca de la profundidad que nos constituye. La experiencia que los seres humanos hacemos de nuestra propia profundidad, de lo que tradicionalmente se ha llamado misterio, nos ayuda a resistir y alimenta nuestra esperanza. Por el contrario, cuando nos comprendemos a nosotros mismos de manera superficial o cuando creemos que lo humano es algo perfectamente explicable, que no tiene ningún tipo de misterio, ocurre que nos debilitamos, y secretamente la angustia crece. Me parece que el malestar de la sociedad contemporánea, con muchísimas depresiones, y con una necesidad continua de evasión, tiene que ver con esto: con la dimensión unidimensional y plana, y con la ausencia de hondura y de misterio.
(...)
No podemos aislarnos del contexto social que tenemos, y, por lo tanto de lo que en él domina: la conectividad, la aceleración… Pero sí podemos hacer que ese dominio no sea total. La resistencia consiste en guardar espacios de silencio y de lentitud, de reflexión y de calma, de compañía y de proximidad…»

Emma Rodríguez entrevista a Josep M. Esquirol para Lecturas Sumergidas, con motivo de la publicación de su último libro, Humano, más humano. Una antropología de la herida infinita.

Simone Weil: el silencio de Dios

La pensadora de origen judío, víctima de la persecución nazi, experimentó la vivencia religiosa y el ateísmo. El historiador Josep Otón analiza su legado en su nuevo libro Simone Weil: el silencio de Dios que publica la editorial Fragmenta.

«En un mundo sumido en el ruido, donde los gemidos de las víctimas quedan ahogados por los gritos de victoria de los vencedores, Weil se siente profundamente interpelada por el silencio de Dios. En sus escritos se encuentran confesiones sobrecogedoras que ponen de manifiesto esta inquietud ante la falta de respuesta:

“Cuando en el propio fondo de nuestras entrañas sentimos la necesidad de un ruido que diga algo, cuando gritamos para obtener una respuesta que no se nos concede, entonces llegamos a tocar el silencio de Dios. De costumbre nuestra imaginación pone palabras en los ruidos, como cuando se juega perezosamente a ver formas en el humo. Pero cuando nos encontramos muy agotados, cuando ya no tenemos valor para seguir jugando, entonces necesitamos palabras de verdad. Gritamos para conseguirlas. El grito nos desgarra las entrañas. No obtenemos más que silencio”.

La experiencia religiosa no la ha convertido en una apologeta, inflexible defensora de los ideales cristianos. Al contrario: no renuncia nunca a su espíritu crítico. Sigue comprometida con la búsqueda de la verdad, sin aceptar respuestas poco convincentes para su poderosa inteligencia. Constantemente buscará nuevos autores, nuevos puntos de vista, nuevos planteamientos para enriquecer su reflexión.»