Si queréis que “marque territorio”, os confieso que, fuera de nuestro hogar, del de nuestros padres y del de nuestros hermanos, me siento en casa en diversos barrios de Barcelona, en otros lugares de Cataluña, y también de España, de las Islas Británicas, de Italia, de Eslovenia,.. De hecho, me siento más en casa en cualquier rincón del centro histórico de Edimburgo o de intramuros de Roma, por ejemplo, que en algunos barrios de Barcelona que desconozco.
Respecto a las banderas, creo que la de los 7 colores del arco iris se queda muy corta; debería incorporar miles de tonalidades, simbolizando la diversidad casi infinita de sensibilidades, opiniones y creencias. Claro está que esto del patriotismo es un tema de sentimientos, y los sentimientos son subjetivos, producto de la personalidad de cada uno y nadie te los puede imponer.
Así pues, para mi patria también quiero LIBERTAD e INDEPENDENCIA. Quiero que seamos libres de prejuicios, de ideologías asfixiantes y de dogmas que encarcelan la mente. Y quiero –¡quisiera!- que fuéramos independientes de los especuladores malvados, de los políticos corruptos, de los banqueros codiciosos y de todos estos poderosos que mueven los hilos de la economía y de la política, aquí y en el resto del mundo.
Cuanto a fronteras, siempre he estado en contra de ellas; de todo tipo de fronteras: las territoriales y las “virtuales” que levantan los integrismos religiosos, las ideologías excluyentes y la xenofobia bajo cualquiera de sus formas perversas. Sin embargo, quisiera tener muy lejos a los maltratadores de seres humanos y de animales y de la naturaleza, en todas sus variantes.
Jesus Oliver-Bonjoch
Imagen de la película The Secret of Kells
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